Anda leeté esto y verás como de lo que hablo no es solo de dos puntos
Debe de ser que el blanco de su camiseta es ignífugo, porque el Real Madrid es inmune al fuego. Coquetea constantemente, pero no se quema ni en un incendio. Eso es en lo que convirtió Vistalegre el supremo Tau, en una catástrofe que devolvía a la realidad a los blancos. Pero en su sombrero de prestidigitador, Joan Plaza siempre esconde el único as que es capaz de derrotar a cualquier oponente, de destrozar cualquier superioridad táctica o técnica.
La casta. (81-79).
Baste decir que el oponente llegó a ganar por 22, sobrado, dando una lección al Madrid, que se veía incapaz. Al Maccabi, el pasado jueves, no hizo falta remontarle. Por una vez, los blancos se impusieron de principio a fin. Antes acumulaban
seis remontadas seguidas, algunas inverosímiles, pero ninguna se acercaba a esta, al más difícil todavía, pues enfrente se alzaba el equipo más en forma del continente.
No se acompleja el Madrid, aunque le estén dando un meneo. Siempre hay un resquicio por el que escapar. El Tau había impuesto su ley desde el arranque, despreciado por Plaza con un quinteto de sobreros. Sólo la intensidad de Hervelle mantenía a los locales, aunque no tardó mucho el Baskonia en reventar el partido.
Con unos inspirados Mickeal y Rakocevic, se fue 13 arriba al término del primer acto. Las diferencias se inflaron al comienzo del segundo, con dos triples consecutivos, una técnica al desesperado entrenador blanco y una canasta del reaparecido Splitter. Llegó la máxima (12-32), los complejos, sensación de que el muro de enfrente era infranqueable. Lo mismo corría, que rompía desde el perímetro el Tau. El Madrid hacía aguas ante la intensidad vitoriana.
Sólo restaba la épica, que en el caso blanco, no es asunto baladí. Una y otra vez, y casi siempre por la iniciativa de Bullock, tocado por una varita mágica en el último mes, el Madrid reducía la ventaja a base de golpes de corazón. Rabiosos parciales que, poco a poco, el Tau enderezaba, para desesperación local. Un triple de Prigioni y un canastón sobre la bocina de Rako, devolvieron la lógica al descanso.
Mismo guión en el tercer cuarto, hasta que, el más intrascendente de los acontecimientos, una técnica a Hosley, desencadenó la furia blanca. Tras el tiempo muerto, apeló Plaza a uno recurso desesperado, una zona 2-3 suicida, escandalosamente adelantada, que desarboló a los veteranos y experimentados vitorianos. Con un estruendoso parcial de 19-3 —con cuatro triples consecutivos incluidos—, el Madrid obró el milagro e igualó el choque (72-72).
Paró el partido Ivanovic en ese instante, intentando sacar a sus pupilos de la locura en que se había convertido el coso de Carabanchel. Enfrió el encuentro con dos canastas el Tau, aunque no fueron suficientes. Respondieron Mumbrú y Felipe, éste con un dos más uno clave que puso, por primera vez desde el 2-0 inicial, a su equipo por delante (77-76).
En la lotería de los tiros libres salió ganando el Madrid, que no puede encarar con mejores sensaciones la venidera Copa:
12 victorias consecutivas y el honor de ser el único equipo en la ACB en haber podido batir al Tau desde el pasado 26 de octubre, 16 victorias consecutivas