La máquina de hacer billetes
- ¿Qué harías con una máquina de hacer billetes?
- ¿Para qué quiero yo eso?
- Eso mismo te estoy preguntando.
- Ya, pero no entiendo a qué viene esa pregunta.
- Es mera curiosidad.
- Ah, bueno, entonces te diré que, ahora mismo, no se me ocurre nada.
- ¿No?
- No.
- ¿En serio?
- Sí, en serio. Creo que no la necesito.
- ¿Crees? ¿Acaso no tienes deudas?
-No.
- ¿Ni siquiera una hipoteca o letras del coche por pagar?
- Bueno, yo no. Mis padres.
- ¿Y no te gustaría ayudarles?
- Desde luego.
- ¿Entonces?
- Sigo sin creer necesitarla.
- ¿Entonces no crees que podrías echarles una mano creando algo de dinero para pagarles esas cosas y vivir un poco mejor?
- Desde luego que podría, pero no quiero.
- Ah, no quieres. Eso es otra cosa totalmente distinta.
- No.
- Sí lo es. Dijiste que no creías necesitarla, no que no la necesites de verdad, y acabas de decir que no quieres utilizarla.
- Bueno, eso es cierto.
- ¿Entonces?
- ¿Entonces qué?
- Que qué harías con ella.
- Nada.
- ¿Nada?
- Nada.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero ayudar económicamente a nadie de esa forma.
- Ah, ya, eres, entonces, de las que prefiere deslomarse con un trabajo honrado, ¿no? Claro, así estarán orgullosos de ti…
- ¡Qué descaro! ¿No sabes que uno de los mayores defectos que tenemos las personas es que, cuando empiezas algo y le coges el gustillo, no eres capaz de dejarlo?
- ¿Me estás diciendo que, cuando empieces a generar billetes y billetes, le cogerás el gustillo, como dices, a eso de tener siempre la cantidad que quieras y más, y que no serás capaz de dejarlo?
- Sí. Pero ni yo ni nadie.
- Lo dices con mucha seguridad.
- Somos todos avariciosos, ambiciosos, competitivos.
- Pero ya que dices que prefieres un trabajo honrado, ¿no crees que podrías usar esa máquina de forma honrada también?
- Desde un principio no me parecería honrado utilizarla.
- ¡Pero si podrías ayudar a muchas personas!
- Ya, claro, les mando dinero a los tercermundistas, salvo a mi familia de la supuesta crisis económica y, ya que estamos, me resuelvo la vida, ¿no?
- No. Podrías fabricar dinero para destinarlo a esos países desfavorecidos y ayudar a tu familia, tal y como has dicho, pero no que te resuelvas la vida, ya que no va contigo.
- No va conmigo ninguna de esas cosas.
- ¿No te gustaría ayudar a tu familia?
- Sí.
- ¿No te gustaría sacar de la pobreza, al menos, a medio mundo?
- Sí.
- ¿Entonces?
- ¿Cómo que entonces? Me gustaría hacerlo, pero no de esa forma. Es totalmente pasivo y egoísta.
- ¿Pasivo? ¿Egoísta? Explícate.
- Es pasivo porque no movería ni un dedo para ayudarles, simplemente dejaría que la máquina funcionase hasta que tuviera el suficiente dinero para todo eso, y es egoísta porque, después de ver que puedo obtener tales cantidades, querría más para mí y vivir como una reina.
- Si de verdad fueses honesta, eso no te pasaría.
- Ya, claro, ahora me dirás que tú no querrías tener billetes y billetes para vivir mejor, darte caprichos, hacer viajes y demás, ¿no?...
- Ah, por supuesto que me encantaría…
- … y tener cochazos, mansiones, lujos…
- … pero antes haría lo de solucionar esos problemas.
- ¡Que no! ¡Que no quiero hacer eso! El dinero nos está matando a todos, ¿no te das cuenta? El dinero es la peor droga que existe. ¡Si con él compramos los psicotrópicos y los fármacos!
- Ahora no metas el tema de las drogas, anda, que no tiene nada que ver el tocino con la velocidad.
- Bueno, ya estamos. El dinero es basura. Asquerosa y repugnante basura. Desde que existe, sólo ha habido problemas, en especial desde que el capitalismo se vio como el mejor sistema económico. Todos quieren (queremos) más y más y más, y nunca nos saciamos, somos unos insaciables, unos inconformistas, unos avariciosos. Asqueroso todo.
- Ja, ja, ja, no me hagas reír. Ahora vas de anticapitalista por la vida… ¡Si eres la primera que se va a gastar lo poco que te cae en las manos en cualquier bar!
- Al menos es en un bar, no en tiendas para financiar a las multinacionales.
- Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, eres realmente divertida.
- ¿Qué? ¿Pero qué me estás contando?
- Te digo que, aunque no quieras, vives en una sociedad capitalista y el dinero es fundamental para que puedas seguir viviendo.
- No, no lo es.
- Sí que lo es. No imagines un mundo más afable y feliz, que para nosotros no existe.
- Podríamos hacer que existiese.
- Díselo a los de arriba.
- No necesitamos a los de arriba.
- En realidad sí. Pero bueno, no desvíes el tema. Te he preguntado que qué harías con una máquina de hacer billetes.
- A parte de que me lo preguntaste hace unos minutos, esto ya lo había oído.
- Ah, ¿sí?
- Sí, y escuché respuestas realmente interesantes, como la de paliar el hambre en el mundo, como dijiste antes, o la de destruirla, que es la que más me gusta.
- Destruirla…
- Sí. La respuesta en realidad era: “Fabricar el dinero suficiente para comprar todas las máquinas existentes y quemarlas todas juntas”, o algo así.
- Vaya revolucionario el que lo dijo, ¿no?
- ¿Algún problema?
- No, ninguno, pero cualquiera diría que su mayor deseo es destruir toda esta mierda.
- No creo que lo sea, pero seguramente estaría a favor de hacerlo.
- ¿Y tú?
- ¿Yo qué?
- Que qué harías con una máquina de fabricar billetes.
- Aunque pueda parecer que le plagio la idea, que no es así, haría lo mismo. Y si no puedo comprarlas, destruiría la mía antes de que cayese en manos de otra persona o me consumiera a mí en la propia avaricia.
- Ah, veo que tienes una visión terrible del ser humano.
- Puede ser, eso lo dejo a tu juicio, y me da igual lo que pienses.
- Vale, vale, relájate.
- Ya estoy relajada.
- Entonces, destruirías la máquina o todas las que pudieses, ¿no?
- Sí.
- ¿Por qué? ¿No te parece un atentado contra la sociedad?
- Contra nuestra sociedad.
- Eso mismo. ¿Y no te parece un poco exagerado?
- ¿Atentado? ¿Exagerado? Ja, ja, ja, ja, ahora me diviertes tú a mí. Sería realmente fantástico que los cimientos del capitalismo, como las grandes multinacionales, los bancos y las empresas publicitarias cayesen de golpe, sin poder remediarlo, bien sea con el uso de la violencia, bombas o asaltos, o bien por su propio peso.
- ¿Realmente fantástico? ¿Tú estás loca? ¿Sabes la de vidas que te cargarías haciendo todo eso?
- Hombre, una cifra exacta no te puedo dar, pero ya ha demasiados blanquitos malcriados en el mundo, de los cuales sobra más de la mitad. Es más, sobra, como mínimo, la mitad de la población mundial. Ésa sería la solución a todos los problemas, tanto económicos como sociales como políticos. Habría, por supuesto, menos blancos, aunque también menos negros, amarillos, rojos y multicolores, pero menos blancos, que es lo que me interesa.
- ¿Eres racista con tu propia raza?
- Mi raza es la peor de todas las razas. Desde luego que tanto africanos como árabes como indoeuropeos y demás han causado muchas muertes en el mundo, pero las grandes guerras se centraron en el burdel americano en el que vivimos.
- ¿Sólo culpabilizas a Europa?
- Ah, no, desde luego que no. Somos el burdel de América, y América nos da por culo continuamente. Y somos casi todos blancos.
- ¿Y si fuésemos casi todos negros?
- Sería distinto; no puedo ponerme en esa posición.
-Ah, ya…
- ¿Qué? ¿No te das cuenta de que el racismo también es una enfermedad que deriva del dinero?
- ¿¡Qué!?
- Nuestros antepasados de pieles lechosas invadieron a los indios norteamericanos, los ”pieles rojas”, a los indios sudamericanos, como los mayas, a los indios asiáticos, los de la India, y los subyugaron, maltrataron y aniquilaron para ensanchar su imperio. Una forma muy bonita de hacerse más rico, ¿no crees?
- Entonces, ¿qué pasa con el racismo de hoy en día?
- Todo viene de atrás; los aniquilaron porque les tomaban por inferiores, tenían costumbres que eran extrañas para los colonos, hacía cosas raras para los colonos, los cuales pensaban que eran inferiores por su bajo desarrollo tecnológico, científico y demás. Pensaban, por ello, que eran menos inteligentes y, por lo tanto, menos merecedores de la riqueza. Ahora, eso se ha convertido en patriotería, hostilidad, xenofobia. Los negros son inferiores porque, antes, eran esclavos. Los árabes son despreciados porque tienen fama de ladrones, cuando lo que de verdad quieren es respeto. Los chinos tienen fama de invasores, pues emigran porque su país es mucho más pobre que el nuestro. Musulmanes, coreanos, hindús, peruanos, gitanos, rumanos, checoslovacos, mexicanos, haitianos, dominicanos, cubanos, jamaicanos… Sí, en especial los sudamericanos y africanos, son tratados con muchísimo desprecio.
- ¿Y todo por culpa del dinero? ¿Qué pasa con sus religiones? ¿Acaso la musulmana no te parece machista?
- Mira, las religiones desde luego que tienen un papel muy importante en todo esto, pero ahora, como somos tan modernos y democráticos, a pesar de que tenemos el derecho a la libertad de expresión, las criticamos y, sí, son injustos algunos dogmas religiosos, pero si en vez de juzgar las costumbres ajenas, algunas milenarias, juzgásemos lo que nos rodea, que no es más que la porción de mundo que cada uno de nosotros alcanza a ver, y nos preguntásemos gracias a qué y a costa de quién hemos conseguido todo esto, quizás todo fuese un poco mejor.
- Ja, ja, ja, ja, qué inocente eres.
- ¿Inocente?
- Sí, parece que vives en el mundo de Yupi, con todo eso de la tolerancia y tal…
- ¿Tolerancia? ¡Estoy hasta las narices de eso a lo que llaman tolerancia! Deberíais aprender todos los significados de la palabra “respeto” y de la palabra “dignidad”, que es lo que nos falta por saber.
- No te cabrees.
- No me cabreo. Me frustra saber que este mundo es basura, que nosotros lo hacemos basura, que nos dejamos llevar por la basura. Párate a pensar un poco y verás que todo es producto de la avaricia, de querer más, como te comenté antes…
- Entonces, quedamos en que destruirías las máquinas de hacer dinero…
by Andrómeda Strife
[30.01.10]