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Obituary, Grave, Pathology. Durango Club (Valencia). 22 de abril de 2011Meliana se prestaba silenciosa la tarde del viernes, y bajo un cielo que ocasionalmente desprendía algunas gotas de lluvia, las terrazas de los bares se llenaban de las voces de los que por allí hacíamos tiempo para entrar a la Durango.
Llegaba un autobús de Castellón con viejos conocidos, mientras un grupo de madrileños asaltaban la calle al ritmo del himo del Atleti en medio de los coches que temblaban con la música a tope…se respiraba un ambiente cojonudo, y dejando caer las últimas latas de cerveza las botas se apiñaron en torno a la puerta para dar inicio al Metal Chainsaw Massacre.
Tengo que reconocer que fue mi primera experiencia en la Durango Club, algo curioso dado que por una cosa u otra nunca pude acudir a pesar de tener habitualmente una programación interesante; pero finalmente ahí estábamos. Su interior me resultó espectacular a pesar de sus reducidas dimensiones, con un espacio bien distribuído entre dos barras en donde no faltaba el característico futbolín. Constatados los precios absolutamente prohibitivos del merchandising, bajamos la escalera al tiempo que Pathology se adentraba en el escenario. Era el momento de abrir la velada, y los de San Diego supieron estar a la altura de las condiciones.
Jonathan Huber con el micro empuñado horizontalmente se lanzó como una pantera al escenario, y su intenso pig squeal se fundió entre la masacre sonora perpetuada por el grupo. Su movimiento incesante encima de las tablas fue sin duda el sustento definitivo de la actuación, teniendo en el lateral izquierdo a Kevin Schwartz y a Tim Tiszczenko en la diestra descuartizando las guitarras. Oscar Ramirez se volcó de forma incansable en el bajo, mientras Dave Astor nos hacía saltar los dientes desde el fondo del escenario. El público que en un primer momento intentaba encajar el choque de sonido, acabó entregándose en los últimos tres temas en medio de una oleada de piernas y puños (disponiendo algunos del mosh hardcore, idea un tanto desaciertada…).
Unas horas más tarde Huber se sentaba en el escenario vacío con la sala medio desierta, lo cual no desaprovechamos para mantener una conversación con él. Se trata de un músico que como bien supo definir un colega ‘pertenece a la nueva generación’, siendo una persona absolutamente crítica con la realidad que asola su país e incluso consciente de algunas de las grandes verdades y mentiras que corren por Europa. Un verdadero openminded metalhead, que incluso nos habló de su respeto por las demás formas musicales mientras nos comentaba que en Californiana conviven diversas disciplinas de forma cohesionada, dando lugar a una escena amplia y rica en contenidos e influencias; hecho que recoge perfectamente el sonido de su formación. Como adelanto, contaros que el propio Jonathan nos afirmó que las letras de su próximo trabajo girarán en torno al precario equilibrio entre los grandes pilares como la política, la religión o la economía…ante lo cual prestaremos especial atención en la correspondiente review. En sus propias palabras: ‘la respuesta que el público español ofreció hasta ahora dista mucho de otras regiones europeas‘, afirmándonos que en Polonia se respiraba cierta indiferencia, ya que al gente acudió casi exclusivamente por el resto del cartel.
Con el ambiente cargado al máximo, los miembros de Grave subían con pelucas afro y pasamontañas para poner a punto las pedaleras, platos y ecualizar de amplis. Por allí se asomaba ya Ralph Santolla, que a los pies de las escaleras del escenario apuraba un cubata y mareaba un rato al personal. Momentos despues el humo cubría las primeras filas, y ante una bandera sueca expandida sobre una de las pantallas las siluetas de los señores del Death nórdico se dibujaban ante nosotros.
Ola Lindgren, estoico, lideraba la locura desatada a sus pies; mientras los mosh pits se volvían más y más destructivos. Mika Lagreen , guitarrista de Facebreaker y sustituto de Magnus Martinsson en la gira ‘por razones imprevistas‘, se alzaba en la zona derecha con un aspecto verdaderamente amenazador a la vez que Tobias Christiansson (también bajista de los legendarios Dismember) animaba constantemente a los asistentes. Ronnie Bergerståhl se comportó también con cierta soltura, completando el cuarteto y ofreciendo en conjunto una actuación excelente en todos los sentidos. Para ese momento la emoción del público y los excesos del alcohol se hacían patentes en costantes subidas al escenario, padecidas especialmente por Lindgren que pidió algo de orden los primeros minutos.
El setlist planteado estuvo en gran parte a la altura de las espectativas, recogiendo por supuesto cortes del Into The Grave que este 2011 celebra su 20 aniversario. Acabada la velada, Lagreen y el bajista Christiansson se dejaron ver por las proximidades, en medio de un sinfín de felicitaciones, fotos y firmas que demostraban la buena recepción por parte del público valenciano, orgulloso de tener a semejante leyenda en las tierras levantinas.
Un mar de gente se avalazaba hacia la puerta de salida en la previa del concierto final, volando en medio segundo las cervezas a un pavo mientras los cigarrillos se encendían por todas partes. La impecable disección humana perpetuada por Grave había dejado una excitación insuperable en todos y cada uno de nosotros, y lo único que podía saciar a la masa era el gran golpe final venido de las entrañas de Florida. Obituary saltaba al escenario de forma imponente y segura, con Terry Butler en mitad del escenario desmembrando el bajo y Trevor Peres haciendo lo propio con la guitarra en el lateral. El maestro Ralph Santolla luchaba entre las cuerdas y los excesos, sacando bastante brillo a sus habilidades a pesar de su evidente falta de sobriedad que acentuaba con los copazos de encima del ampli.
Ya empezado el concierto, John Tardy se situaba en el centro, mientras una ola de headbanging hacía retumbar el suelo a la vez que los bafles los arrinconaban contra el fondo empujados por la multitud. Temas como Chopped In Half/Turned Inside Out o Dying hacían brotar la más pura violencia en la parte central de la sala, en una explosión de rabia que sin duda enmarcó su concierto como uno de los más grandes vividos en la ciudad. Donald Tardy se encaraba hacia el escenario para marcar un solo de batería que marcó la última fase del concierto, en donde Slowly We Rot desató la devastación definitiva.
A pesar del sonido impecable y la notable ejecución del grupo, cabría reprochar la escasa comunicación de John Tardy con el público, limitándose a su labor como voz de la formación y relegando el papel de ‘showman‘ a Santolla que sin duda fue el elemento más carismático del escenario: sus poses, sus imbatible rostro y su conexión con el resto de la banda fueron el plato fuerte en la soberbia actuación de los norteamericanos.
Terminada la noche, el ambiente volvió a la calle y poco a poco la sala se fue quedando vacía hasta dejar menos de 10 míseros parroquianos entre los cuales no faltaron las danzas exóticas y los mosh pits versión minimalista con dos personas (no es necesario preguntar…). La irreverencia de Pathology, la maestría de Grave y el mito de Obituary plagaron de sangre las paredes de la Durango, dejando a sus espaldas una carnicería que difícilmente podremos olvidar por estos lares…Fuente: …The Breathless Sleep…
_________________  "Hay dos clases de personas: los amantes de la pirotecnia y el resto." El Cardenal Miserable
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